4 de mayo: Dia internacional de la queratosis actínica
¿Sabías que el 60% de los CCE, un tipo de cáncer de piel, evolucionan a partir de lesiones de queratosis actínicas?
La naturaleza crónica y recurrente de la queratosis actínica puede ser solo el comienzo... No dejes que esto suceda y revisa tu piel regularmente.
Queratosis actínica
La queratosis actínica es un área de la piel dañada por la radiación ultravioleta que aparece en zonas expuestas al sol durante años. Su apariencia es variable.
¿Qué es la queratosis actínica?
Se denomina queratosis actínica o queratosis solar a un área de la piel dañada por el sol que aparece sobre todo en zonas expuestas de forma crónica a la radiación ultravioleta (UV). Suele encontrarse en la cara, orejas, labios, cuero cabelludo desprovisto de cabello, antebrazos, dorso de las manos y parte inferior de las piernas.
Las lesiones de queratosis actínica pueden crecer hasta alcanzar un centímetro o dos de diámetro. Aunque al principio pueden resultar difíciles de ver, se distinguen fácilmente porque suelen ser zonas ásperas y escamosas. Su aspecto es variable. De hecho, una misma persona puede tener diversas zonas de queratosis actínicas con distinto color, grosor y extensión.
Factores de riesgo: queratosis actínica y exposición solar
El principal factor responsable de la aparición de queratosis actínica es, sin duda, la exposición a la radiación UV acumulada a lo largo de los años (por eso, es más frecuente en personas mayores), ya sea por tomar el sol, por usar cabinas de bronceado o por trabajar o hacer deporte al aire libre.
Aunque tomar el sol tiene ciertos efectos beneficiosos —por ejemplo, la luz solar es necesaria para que la piel produzca vitamina D—, una exposición excesiva a la luz UV provoca mutaciones en el ADN de las células de la piel. Esto favorece el fotoenvejecimiento prematuro y el desarrollo de queratosis actínicas y cáncer de piel.
¿Qué síntomas causa y cómo se diagnostica la queratosis actínica?
La queratosis actínica suele presentarse en adultos de piel clara en forma de manchas, placas o bultos rugosos y escamosos. Las lesiones pueden ser de color variable, solitarias o múltiples, y aparecen en zonas expuestas al sol. La piel de alrededor también puede estar afectada y verse de un color diferente o con pequeños vasos sanguíneos rotos. Incluso aunque sea de aspecto normal, esta piel circundante (llamada campo de cancerización) puede presentar alteraciones que solo se aprecian al microscopio.
Aunque no suele dar ningún síntoma, la queratosis actínica a veces produce picor o sangrado. Siempre debes consultar con el médico si notas alguno de estos síntomas.
Por lo general, el médico solo necesitará examinar las lesiones para diagnosticar la queratosis actínica. En caso de duda, se realizará una biopsia, es decir, se extirpará una muestra de la lesión para analizarla en el laboratorio.
¿Cómo se trata la queratosis actínica?
Es muy importante identificar y tratar las lesiones de la queratosis actínica para reducir o evitar su progresión a cáncer de piel. Tu médico tendrá en cuenta el número de lesiones como uno de los factores a la hora de elegir el tratamiento, aunque también se tendrán en cuenta otros factores como la edad, los efectos adversos del tratamiento, así como tus preferencias.
El tratamiento de la queratosis actínica consiste en eliminar las lesiones, bien mediante técnicas como la cirugía, la crioterapia o el láser, bien mediante medicamentos tópicos (aplicados sobre la piel).
Las técnicas dirigidas a destruir la queratosis actínica son útiles cuando hay pocas lesiones.
Las cremas tópicas pueden usarse cuando hay muchas lesiones y para tratar el campo de cancerización.
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Preguntas frecuentes sobre la queratosis actínica
La queratosis actínica no es hereditaria, aunque sí lo son algunos de los factores que favorecen su aparición, como la piel clara o las pecas. Tampoco es contagiosa.
La queratosis actínica consiste en una proliferación descontrolada de los queratinocitos, las células más abundantes de la epidermis (la capa más externa de la piel), que, además, se vuelven anormales. Algunas queratosis actínicas pueden transformarse en un tipo de cáncer de piel llamado carcinoma epidermoide o carcinoma de células escamosas invasivo. Si bien esto es poco frecuente, se trata de un cáncer que puede expandirse a otros tejidos, por lo que es preferible tratar todas las lesiones de queratosis actínicas.
Asimismo, una persona con queratosis actínica tiene más riesgo de sufrir cualquier tipo de cáncer de piel en comparación con otra persona de su misma edad que no tiene queratosis actínica. Además, las personas que tienen un mayor número de lesiones de queratosis actínicas tienen mayor riesgo de presentar cáncer de piel.
Algunas lesiones de queratosis actínicas desaparecen de forma espontánea, sobre todo si se aplica protección o filtro solar, aunque la mayoría permanecen como están. Otras pueden evolucionar hacia carcinoma epidermoide invasivo, y es imposible saber cuáles van a hacerlo. Es decir, no se puede predecir su evolución.
Ya sea espontáneamente o con tratamiento, las lesiones de queratosis actínica pueden curarse y desaparecer. Sin embargo, es muy frecuente que recurran o aparezcan otras nuevas. La existencia de una única lesión de queratosis actínica ya es señal de que existe daño crónico por radiación solar, por lo que existe el riesgo de nuevas lesiones. Por este motivo, si tienes queratosis actínicas, tu médico te hará un seguimiento periódico, además de recomendarte que acudas a la consulta si descubres lesiones nuevas o cualquier cambio en las ya existentes.
Para evitar la aparición de queratosis actínicas y frenar su evolución, protegerte del sol es fundamental. Seguir las siguientes medidas de forma estricta es clave para mantener la queratosis actínica bajo control:
- Usar protector solar y ropa que te cubra.
- Evitar exponerse al sol durante las horas centrales del día.
- No usar cabinas de bronceado.
- Revisar tu piel con regularidad, tanto desde casa como acudiendo de forma periódica al dermatólogo.
La queratosis actínica se produce por la exposición crónica de la piel a la radiación ultravioleta (UV) procedente del sol o de otras fuentes que emiten radiación UV (como las cabinas de bronceado). La radiación UV provoca alteraciones en el ADN de las células de la piel. Cuando se agotan o fallan los mecanismos reparadores del ADN, estas alteraciones producen mutaciones en unas células de la piel llamadas queratinocitos, lo cual lleva al desarrollo de queratosis actínica.