Acné
El acné es un trastorno de la piel que generalmente aparece en la adolescencia y causa granos y puntos negros. El acné puede dejar cicatrices y tener repercusiones psicológicas. Por ello, es importante tratarlo pronto.
¿Qué es el acné?
El acné (acne vulgaris) es una de las enfermedades de la piel más comunes que afecta a las unidades pilosebáceas, formadas por los folículos pilosos, y las glándulas sebáceas (las glándulas que se caracterizan por sintetizar el sebo cuya función es "lubricar" y proteger la superficie de la piel). Se caracteriza por el desarrollo crónico de pápulas, pústulas y nódulos.
La manifestación clínica de este trastorno inflamatorio de la piel puede causar comedones (espinillas) y granos, con o sin pus. Las zonas más afectadas son la cara, cuello, pecho, parte alta de la espalda y brazos.
El acné es más común entre los adolescentes y jóvenes adultos, especialmente entre varones, aunque no se limita a estas etapas vitales. Según se ha estimado, entre el 35 al 90% de adolescentes desarrollan esta afección. Suele aparecer entre los 7 y 12 años, y tiende a desaparecer en la tercera década de vida. En algunas personas puede persistir o, incluso, aparecer en edades más adultas, aunque en este caso es más habitual en el sexo femenino.
Aunque el acné no es una enfermedad que cause discapacidad física, puede tener repercusiones psicológicas, dejando secuelas en la autoestima, provocando depresión y ansiedad.
¿Por qué aparece el acné?
El acné se produce por diferentes motivos, cuya interacción provoca la formación de lesiones (comedones) e inflamación de la piel. Durante la adolescencia, la aparición del acné se debe a la sensibilidad de las glándulas sebáceas a las alteraciones hormonales, especialmente los andrógenos, y el aumento excesivo de Cutibacterium acnes, un bacilo hallado normalmente en los folículos. Otros factores que pueden contribuir a la aparición del acné es la genética y posiblemente la dieta.
¿Cuáles son los signos y síntomas del acné?
El acné común aparece en las zonas del cuerpo ricas en glándulas sebáceas en respuesta al aumento hormonal, con la presencia de diferentes tipos de lesión en la misma zona, sea en la cara, el cuello, el pecho, la parte superior de la espalda o de los brazos.
La escala de graduación y el alcance del acné pueden variar desde unos pocos comedones hasta la presencia crónica de numerosos nódulos inflamatorios que cubren la mayor parte de la piel de la zona afectada.
Tras la curación del acné, las secuelas más habituales son las cicatrices y la hiperpigmentación.
¿Cómo se diagnostica el acné?
En general, el acné común se puede diagnosticar mediante una exploración física. No hay pruebas como tal para diagnosticar el acné. En muy pocos casos, el médico puede tomar una muestra o un frotis de una lesión o pústula para realizar pruebas microbiológicas adicionales y poder descartar otros motivos de la infección.
¿Cómo se trata el acné?
No existe un único tratamiento eficaz para el acné, por lo tanto, normalmente se recomienda seguir una combinación de tratamientos. Dado que las lesiones de acné tardan por lo menos ocho semanas en madurar, el tratamiento debe mantenerse un período mínimo de dos a tres meses antes de determinar si ha sido eficaz.
Productos tópicos
Los medicamentos tópicos son de gran importancia y se prescriben considerablemente en la terapia contra el acné. Los tratamientos tópicos más eficaces para el acné son los retinoides, el peróxido de benzoílo, los antibióticos y el ácido azelaico. Están indicados en acné de leve a moderado, y también en acné moderado a grave en combinación con tratamientos sistémicos (orales).
Terapia oral
Antibióticos orales: Los antibióticos orales actúan reduciendo el Cutibacterium acnes (C. acnes) y disminuyendo directamente la inflamación. Se utilizan para el acné moderado y grave, y también el acné que se extiende sobre el pecho y/o la espalda. Representan la primera opción - antes que los macrólidos – ya que causan menos efectos secundarios, incluida la resistencia a los antibióticos.
Hormonas orales: Los tratamientos hormonales más eficaces para el acné son los anticonceptivos orales combinados. Entre los anticonceptivos orales combinados disponibles, los que contienen progestina con un efecto antiandrogénico son los preferidos entre los pacientes con acné.
Isotretinoína oral: La isotretinoína es una molécula de origen natural y parte de la cadena metabólica que acaba en productos de la vitamina A. Está indicada en acné o acné grave que no responde adecuadamente a los ciclos adecuados de terapia con antibióticos sistémicos y tópicos.
Otras terapias para el acné
Un estudio publicado recientemente muestra que ni la luz roja, azul, amarilla, infrarroja ni el láser de colorante pulsado pueden considerarse como terapia de primera línea para el acné. Estos procedimientos se pueden utilizar en asociación con terapias estándar en casos especiales.
Los productos cosméticos proporcionan un soporte inevitable a los tratamientos estándar. Su uso correcto puede contrarrestar la irritación inducida por algunas terapias estándar y ayudar a mantener la piel equilibrada fisiológicamente.
Cuidado de la piel con acné:
El cuidado de la piel es esencial para el tratamiento del acné. Para que el tratamiento sea más eficaz, se deben seguir determinados hábitos.
- Higiene: la cara no debe lavarse más de dos veces al día, siempre con agua tibia (no caliente) y un limpiador facial suave sin jabón. No se recomienda el uso de toallitas vegetales o esponjas ni frotar la cara porque puede empeorar el acné y dañar la piel. Los granos no se deben tocar porque puede ser perjudicial, dejando cicatrices en la piel, o puede ayudar a que las lesiones se infecten.
- Cremas Hidratantes: el uso de una crema hidratante reduce la sequedad de la piel y, por lo tanto, la descamación. Se deben usar cremas con etiquetas que indiquen que no son comedogénicas para reducir la probabilidad de que los poros de la piel se bloqueen.
- Protección solar: algunos tratamientos para el acné, como los retinoides o la doxiciclina, aumentan la sensibilidad de la piel a la luz solar, por este motivo es aconsejable evitar la exposición excesiva al sol y utilizar siempre un factor de protección solar (SPF) de 30 o superior, que bloquee tanto la radiación ultravioleta A (UVA) como la radiación ultravioleta B (UVB).
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